miércoles, 20 de enero de 2010

Post de Orlando Barone sobre Julio Cleto Cobos

Lo que históricamente se llama “un presente griego”, es decir un regalo que se te vuelve en contra, es Cobos. La culpa no es solo del regalo sino de quien lo recibió alegremente sin prever el inesperado torcimiento.

Y ahí está Cobos lo más orondo haciéndose pasar por un presidente paralelo. No se pone una banda porque duda si el abuso de símbolos no sería un argumento para acusarlo de impostor. Legisladores tan demócratas, como los que en Honduras alentaron al golpista Micheletti, lo legitiman vocacional o imprudentemente; mientras a la presidenta la desdeñan. De Julio Cleto Cobos se podrá decir opuestamente que es un traidor o un héroe; un conspirador o un estratega. Pero la distinción que más le sienta es la de mutante indefinido. Su posición en el teatro del poder es la de un actor no protagónico, que en estado de narcisismo infundado, se salió de la letra para “vedettizarse” y que es bendecido por votantes mutantes. Muchos de quienes votaron a la presidenta pero se arrepintieron enseguida y sin memoria ni remordimiento se pasaron al que quebró el acuerdo desde adentro. Lo cierto es que Cobos es un vicepresidente en ejercicio de la apariencia, y en ejercicio de la deslealtad consentida por una extraña ética política. Su liderazgo no nace de la acción sino del deslizamiento. No surge de la frontalidad sino de lo furtivo. Quienes lo soban, con tal de apurar una deseada apropiación son capaces de tratar de escriturarse para sí, una propiedad que es de otros. Es su modo de ayudar al gobierno y al diseño de una institucionalidad hipócrita. Una aquiescencia mediática lo acompaña como garante y socia interesada. Si alguna vez Cobos fuera consagrado presidente porque la mayoría de los votantes lo eligiera, el retrato de la sociedad argentina acumularía otra faceta a sus tantos comportamientos. Cada pueblo tiene en su imaginario un modelo de presidente. Lo lógico es que el pueblo de los pigmeos elija un pigmeo y el pueblo de los gigantes, un gigante. Con igual lógica un pueblo de mutantes continuos elegiría a un mutante que no pudiera contener su mutación incesante. Como Cobos. ¿Con qué antecedentes de lealtad, sinceridad y honradez asumiría? Imagino a sus votantes mutantes en la permanente duda acerca de su naturaleza no positiva y no afirmativa; no caliente ni fría. Sin gloria y con pena siempre habrá candidatos a presidente.

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