miércoles, 27 de agosto de 2008

Panorama Político

El oficialismo tiene como prioridad recomponer la unidad del peronismo, quebrada por el conflicto del campo. Esta es la actividad central de Néstor Kirchner como titular del PJ, la que desarrolla intensamente, aunque sus apariciones públicas sean esporádicas. Es que ahora los sondeos muestran que la imagen de la presidente es mejor, a diferencia de lo que sucedía entre marzo y junio, cuando el ex presidente tenía opinión más favorable y entonces realizaba manifestaciones públicas con frecuencia. Convocar la interna del PJ bonaerense para el 30 de noviembre, es el primer paso de esta estrategia, la que busca evitar que el ex presidente Duhalde siga convocando intendentes bonaerenses para conversar sobre la posibilidad de enfrentar al kirchnerismo en este decisivo distrito en las elecciones legislativas de 2009. Recomponer las relaciones con los gobernadores es otra acción en este sentido, pero que se desarrolla con limitaciones. El Gobernador del Chaco (Capitanich), ha recibido cuantiosos fondos para subsidios al agro, mientras que el de Córdoba (Schiaretti),- donde la semana pasada volvió a ser atacada la Legislatura,- sólo recibió 33 millones para subsidios por la sequía, pero sigue sin recibir nada desde el 1 de enero de los 1600 millones que reclama de transferencias por el traspaso del sistema jubilatorio. La reunión de Kirchner con Reutemann, confirmó que por ahora esta estrategia tiene límites: el senador y ex gobernador de Santa Fe no llegó a un acuerdo electoral y sostuvo que no se han solucionado los problemas del campo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los K: Cero a la izquierda

Martín Caparrós, en la edición de hoy de Crítica, publica una certera reflexión sobre los tiempos actuales y como los ejecutan Cristina y Néstor. Además, y lo más amargo del caso, establece un posible escenario sobre lo que podría venir posteriormente.


"Si esto sigue así el gobierno centrista de los Kirchner va a tener la culpa de una vuelta victoriosa de la derecha."

Por Martín Caparrós

10:02 | 12.09.2008

El problema es después. Ahora estamos como estamos –más o menos– y se diría que esto va a durar: tengo la sensación de que los tres próximos años van a ser pura mediocridad semejante. Es una sensación: una mezcla de ideas que no puedo llamar un análisis pero que, si analizo, me parece acorde con los datos que tengo, las experiencias, las palabras. Creo que, a menos que se produzca alguno de esos shows inesperados que la Argentina siempre ofrece, los tres años de kirchnerismo que nos quedan van a seguir siendo, en el mejor de los casos, como éstos: un gobierno confuso, sin objetivos claros, sin pertenencia definida, sin una base firme, que va y viene entre la realidad y su discurso y que, de vez en cuando, puede intentar incluso alguna medida con la que estoy de acuerdo.

"Pensando en los gobiernos previos no parece tan grave: sólo será otra de esas pérdidas de tiempo, de esos clásicos desperdicios de oportunidad que han hecho grande y tonto –tan fracasado– a este país.

"El problema es después. Porque, para desgracia de propios y ajenos, este gobierno dice que promueve ciertos cambios progres –y ha convencido a buena parte de la ciudadanía desatenta, la mayoría, que no siempre tiene ganas de ponerse a analizar matices. Si un señor te recibe en un consultorio con una bata blanca y un estetoscopio y te dice sacate la camisa y decí treinta y tres, vas a pensar que es un doctor. Y después, cuando te diga que tenés pie de atleta aunque lo que te duele es una oreja no vas a pensar que no es doctor, vas a decir qué pelotudos son los médicos, no entienden una goma.

"Los K se la pasaron diciendo que eran médicos, y sería injusto culparlos por eso. Después de 2001 era notorio que se había abierto un espacio de cambio: la ¿izquierda? lo dejó libre, y la naturaleza y el ¿peronismo? tienen horror al vacío. Entonces los K corrieron a asaltarlo: desenterraron, tras mantenerlas sepultadas 25 años, sus pequeñas historias juveniles y supusieron que con eso les alcanzaba para borrar sus años de negocios impresentables y menemismo activo. No hay por qué culparlos: ellos tenían que intentarlo. Los que no teníamos por qué tragarlo éramos los demás, pero parece que, tras declararnos huérfanos orgullosos, nos asustamos y salimos a buscar un papá.

"Así que vinieron, ocuparon ese espacio, usaron algunos de sus símbolos y proclamaron que su gobierno es progre o que es de centroizquierda o que está del lado del pueblo o esas cosas y se pusieron a hablar de justicia social y derechos humanos y redistribución de la riqueza –aunque acumulen miles de millones y los usen para pagarles a los países centrales mientras las escuelas y los hospitales no funcionan, aunque sigan gobernando con los caciques habituales, aunque mantengan la desigualdad más insidiosa. Pero el discurso seguía tan progre y hubo quienes lo creyeron o simularon creerlo o pensaron que les convenía creerlo. Entonces los K cooptaron algunos de los movimientos sociales más reconocidos y los integraron a su aparato, con funciones cambiadas: las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo pasaron a ser su mejor firma de relaciones públicas, la legitimadora incuestionable; los piqueteros pasaron a ser su fuerza de choque, los clientes más fieles; ciertos intelectuales respetables pasaron a ser su coro griego, aplausos prestigiosos. Yo estoy absolutamente a favor de que ese tipo de movimientos se involucre en política partidaria: son políticos y toman partido, no podrían hacer otra cosa. La pena es que se peguen a un gobierno que no cambia nada, que desdeña las metas que esos movimientos proclamaban. Uno de los mayores logros del kirchnerismo –que el establishment alguna vez le agradecerá como merece– ha sido deslegitimar y esterilizar a las Madres, los piqueteros y compañía limitada.

"Pero el problema central es que las mayorías distraídas –fogoneadas por ciertos medios y ciertos grupos muy atentos– aceptan el discurso: sí, claro, es un gobierno medio zurdo, fijate, están las Madres, los piqueteros, mirá lo que dicen. Sí, así es como gobiernan estos tipos, un desastre, lo que hace falta es…

"Ése es el problema y es, ahora, sobre todo, un desafío para los que nos decimos más o menos de ¿izquierda? Digo izquierda para tratar de entendernos; ya sé, lo tengo escrito: somos confusos, tan confusos que no tenemos ni siquiera un nombre. Pero se pueden establecer ciertas características generales, casi obvias: cuando digo izquierda hablo de los que eligen creer que no tiene que haber ricos y pobres –que la diferencia entre los que tienen más y los que menos, si la hay, debe ser muy escasa. Los que eligen creer que todas las personas deben tener las mismas posibilidades de alojarse, curarse, aprender, trabajar, desarrollarse, y que el Estado sirve para garantizarlo. Que debe haber formas reales de participación de los ciudadanos en las decisiones políticas y en el control del gobierno. Que la justicia debe hacer justicia. Que ninguna institución religiosa o militar o económica puede imponer sus normas a los ciudadanos. Que el nacimiento, el género, las preferencias sexuales no deben definir el tratamiento que cada cual recibe de los otros. Que las personas son más importantes que las patrias.

"Son puntos básicos, pero ahora se alejan y se alejan. Si todo sigue así, si de nuevo conseguimos no hacer nada, dentro de tres años –con suerte– esto termina en un gobierno Macri-De Angeli, Carrió-Miguens, Solá-Balestrini o lo que sea que la nación bendiga. Ése es el problema: no este gobierno mediocre, sin objetivos claros, sin pertenencia definida, sin una base firme, que va y viene entre la realidad y su discurso, ya perdido, sino el efecto que este gobierno puede tener sobre los diez próximos años. Si esto sigue así el gobierno centrista de los Kirchner va a tener la culpa de una vuelta victoriosa de la derecha todavía más derecha a la política argentina. El período K terminará siendo un terrible cero a la izquierda.

"En eso, creo, debería consistir una política de ¿izquierda? en estos tres años: en tratar de buscar opciones que eviten el desastre anunciado. Hay tiempo, ideas nunca hubo. Pero ya estamos grandes –yo, por lo menos, ya estoy grande: no me quedan muchas otras chances. Si no hacemos algo más o menos pronto, los años diez van a ser otros años noventa y van a ser otra vergüenza, tan tristes de vivir, tan denigrantes."

12 de septiembre de 2008 16:21